¿Qué es la obesidad?

Técnicamente, la obesidad es el exceso de energía que se almacena en nuestro cuerpo en forma de grasa. En la práctica, la definimos como un peso excesivo para la talla comparado con valores normales de referencia. Es importante saber que la obesidad de los niños no se mide según el Índice de Masa Corporal (que relaciona el peso y la altura de un mismo individuo), sino con percentiles que comparan el peso de un niño en concreto con el de la mayoría de niños de su edad.

¿Qué causa la obesidad?

Normalmente, la obesidad se debe a una mala alimentación (pobre en frutas y verduras) y a falta de actividad física. Además, el tiempo de exposición a cualquier tipo de pantallas está directamente relacionado con el desarrollo de sobrepeso y obesidad.  

¿La obesidad en niños es grave?

La obesidad es una enfermedad crónica y recidivante, es decir, que puede reaparecer. Afecta a la salud del niño durante su infancia pero que también tendrá consecuencias negativas durante la edad adulta. Si se sufre de obesidad en la infancia, es más probable que aparezcan enfermedades cardiovasculares en la edad adulta. Además puede asociarse con problemas de autoestima, ansiedad, depresión y de relación con sus compañeros.

¿Cuáles son sus consecuencias?

Las repercusiones negativas de padecer obesidad son muy numerosas. Los niños con obesidad tienen problemas respiratorios con mayor frecuencia (como ronquidos o fatiga con el ejercicio). También, pueden sufrir dolores articulares y deformidad de las rodillas, elevación de la tensión arterial, riesgo de desarrollar diabetes y exceso de colesterol. Así mismo, pueden desarrollar déficits nutricionales y problemas de crecimiento por la alimentación desequilibrada. Las repercusiones psicológicas son también muy importantes, especialmente en un periodo de la vida tan vulnerable como la infancia y la adolescencia. Con frecuencia, estos niños sufren de problemas de autoestima, ansiedad y acoso escolar.

¿Se puede prevenir?

Efectivamente, el mejor tratamiento para la obesidad es la prevención. Es fundamental que los niños aprendan a comer sano y variado desde las primeras etapas de la vida. La lactancia materna es un factor protector del desarrollo futuro de exceso de peso. Después, el consumo regular de legumbres, frutas y verduras y mantener una actividad física regular ayudan a prevenir este trastorno nutricional. 

¿Cuál es su tratamiento?

Es fundamental realizar cambios en la forma de comer, la planificación de las comidas, en la compra y en la preparación de los alimentos. De manera que logremos aumentar el consumo de vegetales, frutas y legumbres y eliminar al máximo la ingesta de alimentos procesados.

Conviene suprimir el consumo de zumos y refrescos y sustituirlos por agua. Conviene que estos cambios se realicen en el domicilio para todos los integrantes de la familia y que, en casa, el acceso a alimentos saludables sea lo habitual.

Por otro lado, es preciso aumentar la actividad física diaria, no sólo con ejercicio físico regular sino con pequeños logros diarios como utilizar las escaleras en lugar del ascensor, ir caminando al colegio y reducir a menos de una hora al día el tiempo de exposición a pantallas. 

En casos más graves, con complicaciones asociadas, es recomendable consultar con un especialista.